lunes, 17 de septiembre de 2007

Guatemala abrazó a los Héroes

Crónica publicada el día 17/09/2007 en Heraldo de Aragón


Exitoso primer concierto del grupo en su gira de reaparición, a pesar de algunas dificultades técnicas. La próxima escala, el viernes en Buenos Aires.


PABLO FERRER. Guatemala.- De golpe y porrazo volvieron los recuerdos, como los que trae el olor de la tierra mojada. Como el aire de una tormenta veraniega que hizo cortina para el amor adolescente que todo humano sufre y paladea alguna vez en su vida. Era el turno del juego de los sentidos que se cruzan y solapan para generar una sensación. Con la voz mágica de Elizabeth Fraser en "Song to the siren" -como solía ser antaño-, se apagaban las luces del estadio del Ejército de Guatemala el sábado por la noche. Héroes del Silencio volvía a subirse a un escenario. Después llegaron dos horas y cuarto de escape, de sublimación de los factores que mueven la vida de las personas antes de que entre en juego la ironía. Un garbeo por el mundo de las emociones, a través de una ventana espacio-temporal llamada música, independientemente de ser o no fan de esta banda que genera tantas filias como fobias. Han trascendido la categoría de artistas para instalarse en la de leyendas.

Y eso que no se trató de un recital perfecto. Quizá por eso, por ser el primero -con todo lo que conlleva un primer concierto de una gira- el entusiasmo podía con cualquier dificultad, como una estrofa fuera de tiempo o un verso trompicado. Cuando se alzaron las pantallas que mostraban las siluetas de Enrique Bunbury y Juan Valdivia acometiendo los primeros compases guitarreros de "El estanque", se desató la locura. Y el recinto se quedó huérfano de cordura hasta el final del segundo bis, con una magnífica "En brazos de la fiebre" y el chamán Bunbury enfocando a la audiencia con un haz de luz a modo de saludo y despedida.

¿Puntos álgidos? Unos cuantos. "Mar adentro" encendió aún más a la audiencia, "Sirena varada" fue un karaoke de 25.000 almas al unísono en mente y garganta. "Apuesta por el rock'n'roll" nunca falla, y no falló. "Héroe de leyenda" actuó de Cupido recargapilas -como una lenta de discoteca ochentera, sin serlo- entre los enamorados presentes. "No más lágrimas" fue, en el aspecto técnico, la cumbre del segmento de seis temas realizado en la tarima secundaria del centro del campo, a la que había llegado primero Enrique para ir llamando uno por uno con todo el cariño a sus compañeros de aventura.

Los picos del biorritmo

Antes de los bises llegó la caña con "Entre dos tierras", "Maldito duende", "Iberia sumergida" y "Avalancha", coronada esta última con pirotecnia desde el borde del escenario. El apoyo visual de las pantallas fue excelente, con imágenes que alternaban motivos históricos -"Saturno devorando a su hijo", por ejemplo- con juegos flamígeros y fórmulas informáticas. Para los bises dejaron regalos a los fans más fieles: "Tesoro", "Bendecida" y "La chispa adecuada" -otro torrente de pieles erizadas con ésta- antes de un último ritual mutis-regreso, que trajo los tres temas de cierre: "El mar no cesa", "Tumbas de sal" y el mencionado "En brazos de la fiebre". ¿Qué faltó? Para la gente, "Flor de loto" y "Rueda, fortuna". Pero era una queja de boca pequeña: la sensación general era la de un festín sin dolor de barriga.

Preguntaba un periodista costarricense antes del concierto si Bunbury se iba a sentir cómodo haciendo nuevamente rock. La respuesta llegó de parte del propio vocalista de Héroes: hiperactivo, histriónico, cálido y desatado. Juan, por su parte, estuvo como en sus mejores días. Pedro, Joaquín y Gonzalo, en su papel, y con nota.

Etiquetas: