lunes, 1 de octubre de 2007

Los Héroes regresan a lo grande

Crónica publicada el día 01/10/2007 en La Opinión Digital


La banda española ofreció un concierto predecible pero inolvidable en Carson

SERGIO BURSTEIN.- El viernes pasado fue una fecha realmente histórica para el Rock en Español, ese término confuso con el que gran parte de la prensa anglosajona ha calificado a las bandas que practican un género que no terminan de comprender.

Hasta el punto de que ninguna de las grandes publicaciones en inglés estuvo presente durante el concierto de Héroes del Silencio, una banda española que, sin necesidad de "telonero", llenó casi completamente las instalaciones del enorme Home Depot de Carson, un escenario que, dos semanas atrás, contó con una audiencia igualmente masiva durante un ambicioso espectáculo que contó con bandas estadounidenses tan reputadas como Smashing Pumpkins y Foo Fighters.

Cuando el grupo presentó Entre dos tierras, una de sus piezas más populares, la masa entera bramó el coro de una manera tan entusiasta que parecía tratarse de la presentación de una verdadera leyenda del rock’n’roll.

Las luces que caían sobre la inmensa multitud, absolutamente extasiada, sumadas a la contundencia musical que brotaba del escenario, daban cuenta de la trascendencia de un evento que quedará marcado en la mente de miles como una de las mejores experiencias de su vida.

Los seguidores del grupo no necesitaban de nada más; pero la falta de interés de la prensa en inglés traduce una animosidad por parte de un conglomerado cultural que, al no entender el significado de las letras, considera a Héroes del Silencio como una banda que imita a artistas como The Cure y, al otro lado del espectro, Led Zepellin (mucho más por la intensidad instrumental general que por los escasos solos de guitarra).

Pero estar presente en el Home Depot durante la noche del viernes bastó para saber que la tradición rocanrolera no tiene que expresarse necesariamente en los predios latinos con instrumentos propios del folklore regional, sino que puede manifestarse en un lenguaje musical similar al de sus pares estadounidenses y británicos, sin ser por ello menos llamativo.

Reunidos tras una década de separación para una gira supuestamente única, los integrantes originales del combo valenciano —Enrique Bunbury en la voz, Juan Valdivia en la guitarra, Joaquím Cardiel en el bajo y Pedro Andeu en la batería, acompañados por el guitarrista rítmico Gonzalo Valdivia (hermano de Juan y reemplazante actual de Alan Boguslaviski)—, ofrecieron un espectáculo digno de su trayectoria, incluyendo en su repertorio todos y cada uno de los éxitos que caracterizaron a una agrupación que, siendo europea, caló profundamente en varias latitudes latinoamericanas, como lo demostraron las banderas desplegadas por la multitud.

El regreso de la banda lucía particularmente adecuado para un momento en el que el rock hecho en nuestro idioma no ofrece demasiadas esperanzas de supervivencia en Los Ángeles, sobre todo cuando los eventos recientes dedicados al género pretenden dar sobra por cabra (o, en términos más mundanos, pop por rock’n’roll).

Los Héroes hicieron lo suyo con un esmero y nivel profesional que resultan consecuentes ante una gira internacional que incluye sólo 10 fechas, pero que hasta el momento les ha permitido subsanar algunos de los errores cometidos durante los conciertos inaugurales.

Manejando la misma lista de canciones que han empleado en Guatemala y Argentina, los europeos no ofrecieron sorpresas y llenaron la noche de éxitos; pero lo hicieron con el entusiasmo que se esperaba, sobre todo en el caso de Bunbury, quien disfrutó evidentemente de las posibilidades escénicas que le brindaba un escenario que contaba con una rampa que se introducía descaradamente en medio de la audiencia.

En vista de las enormes dimensiones del auditorio, y tomando en cuenta que fueron los únicos artistas que ocuparon el tabladillo, los Héroes no contaron siempre con el mejor sonido. Pero la calidad de la amplificación fue mejorando al mismo tiempo que la reacción de los asistentes, quienes se mostraron complacidos ante la interpretación de temas como Apuesta por el rock’n’roll, Héroe de leyenda y Con nombre de guerra, sin llegar a ocasionar nunca incidentes de violencia.

Alternando instrumentos acústicos con eléctricos, los españoles devoraron un escenario gigantesco que les permitió acercarse siempre a sus admiradores, aunque Bunbury —el único que ha gozado de una fructífera carrera solista tras la disolución de la banda— se puso siempre adelante, dando cuenta de una personalidad tan excesiva como carismática (nada nuevo para él).

Todos los integrantes del grupo dieron esporádicas muestras de su talento; pero no cabe dudad de que el cantante —quien se encargó en varios segmentos de la guitarra acústica y de la armónica— fue quien aprovechó más las posibilidades que le brindaba presentarse ante un auditorio tan grande, entonando los temas con esa voz operática que le ha dado probablemente tantos admiradores como críticos .

Durante el concierto, Héroes del Silencio no atrajo probablemente a muchos admiradores nuevos; la idea completa del espectáculo era la nostalgia ante un grupo que se ha unido aparentemente de manera breve para brindar un puñado de conciertos, pero que no tiene —y no parece querer tener— material nuevo.

De todos modos, tener de regreso a una de las bandas españolas más trascendentes en la escena latina, aunque por una noche, fue un enorme motivo de celebración.

Y es que escuchar La chispa adecuada, Iberia sumergida, Avalancha y, sobre todo, Duente maldito (una impresionante balada que no habla de amor, sino de desolación) no es algo que se dé todos los días.

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