viernes, 12 de octubre de 2007

Una noche de leyenda en La Romareda

Crónica publicada el día 11/10/2007 en Heraldo de Aragón


Los cinco Héroes intercambiaron energía de la buena con sus vecinos, amigos y allegados, confundidos entre los 40.000 fans que les arroparon en la primera de las dos citas zaragozanas.

PABLO FERRER. Zaragoza.- Hay una cosa que ninguna de las 40.000 personas que llenaron ayer la Romareda sabe. Bueno, alguna sí, pero se cuentan con los dedos de una mano. Enrique Bunbury, vocalista de Héroes, cantó enfermo en el reencuentro de la banda con la tierra que alumbró sus primeros sueños juveniles. Por la tarde, además, había llovido copiosamente. Un fuerte constipado, producto del cambio de temperatura entre la calidez de la capital mexicana y la Zaragoza gobernada por el cierzo de octubre, tuvo la culpa. ¿Quién lo notó? Reto lanzado. Porque Enrique Bunbury cantó con la fuerza que le caracteriza, cantó con idéntica garra a la exhibida en la gira americana, a pesar de la contingencia. Y los cinco Héroes intercambiaron energía de la buena con sus vecinos, amigos, allegados e invitados a la fiesta, hasta completar una actuación que volvió a estar a medio camino entre la lágrima de emoción y el aullido de satisfacción. En el punto medio de sentidos embotados por el gozo al que aspiran aquellos que hacen del arte escénico su profesión.

A Joaquín Cardiel -ya había trascendido el asunto- la noche le tocaba la fibra sensible de un modo especial, con su familia al completo disfrutando por primera vez de la visión de papá en el escenario. Los hermanos Valdivia también tenían una legión de gente querida en la grada. Y Pedro Andreu, y el propio Enrique. Jugaban en casa en la Romareda, y el público se volcó como en las grandes noches europeas del habitual inquilino de ese césped que ayer fue "heroico". Y una vez más, el final del primer bis marcó el punto de emoción más colorista: "La chispa adecuada" le llega al personal de una forma que sigue sorprendiendo, a pesar de que la visión del confeti al aire y el bosque estelar de móviles se repita como los amaneceres de Bill Murray en "Atrapado por su pasado". Aquellos eran desquiciantes, estos descolocan y hacen temblar las quijadas más recias. Y Gonzalo Valdivia, incansable, con el cigarrillo colgando de la comisura, transmitía una noche más lo bien que se lo está pasando en esta gira como invitado, contrapunto, actor y savia del árbol Héroes.

En "Apuesta por el rock`n´roll" no hizo falta aludir a su desparecido autor, Mauricio Aznar. Zaragoza quiere a sus emblemas, aunque a veces la vena somarda se imponga sobre la fibra sensible. "Héroe de leyenda" le recordó a media audiencia aquellos tiempos mozos en los que la banda comenzaba su andadura y sus estrofas de alegórica natura se iban haciendo familiares, y extrañamente inteligibles. El segmento más guitarrero, con "Entre dos tierras" y una sublime -ayer la clavaron- visita a la "Avalancha" también obtuvieron puestos de UEFA en el torneo acelerado que se libró ayer en el estadio zaragozano. "Malas intenciones" marcaba la antesala al cierre de "En brazos de la fiebre", con Enrique Bunbury y Juan Valdivia sentados en los escalones del escenario, renovado el gesto cómplice de México DF entre dos amigos a los que un día, hace muchos años, se les ensombreció el horizonte común, que hoy se recortaba nuevamente en clave de sol de medianoche sobre el techo de La Romareda.

Y el momento foco. Porque es un momento foco. Valdivia el Mayor soleaba enfocado por un arrodillado Enrique Bunbury, que rendía así homenaje al guitarrista que puso la resina en la unión de Héroes hace 23 años. Se fueron entre fuegos de artificio, después de haber ofrecido efectismo y efectividad. A los ecos de los Héroes siguió, como ha sido habitual en toda la gira, la voz de Bob Dylan en "Like a rolling stone", otro homenaje a la referencia continua que ha sido el gran Roberto Zimmermann en la carrera de Enrique Bunbury. Ayer, Enrique, Juan, Pedro, Joaquín y Gonzalo se doctoraron -toca salto del deporte a las aulas- en la universidad de Zaragoza. Con sobresaliente. Mañana, taza y media.

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