sábado, 22 de septiembre de 2007

Regreso heroico en el Pepsi Music

Crónica publicada el día 22/09/2007 en La Calle: Online


En la primera jornada del festival, más de 30 mil personas fueron testigos de la vuelta a los escenarios de los Héroes del Silencio.

Mucho antes de las 20, tres grandes símbolos rojos, donde las haches y las eses se entrelazaban como en el arte de El espíritu del vino, se encendieron para entretener la interminable espera que, una vez finalizada, significaría el tan anhelado regreso de la célebre banda zaragozana: Héroes Del Silencio. Lentamente, el campo del Club Ciudad supo recibir a más de 30 mil fanáticos que, ansiosos, aguardaron el regreso del grupo durante más de 10 años. Pasadas las nueve de la noche, con un retraso de más de una hora, los tres símbolos se convirtieron en tres pantallas que, mientras se elevaban, proyectaron las siluetas de Enrique Bunbury y Juan Valdivia rasgueando y arpegiando la notas de "El Estanque", que fue seguido por "Deshacer el mundo": dos grandes éxitos en los que no sólo el pogo sino también los sentimientos estallaron en una extraña mezcla de euforia y melancolía. "¡Buenas noches, Buenos Aires!": un Enrique Bunbury particularmente jocoso, con camisa y pantalón de cuero, dio así la bienvenida, deseó felices primaveras para todos y dejó bien en claro que, después de 20 años, aún les resulta paradójico encontrarse a sí mismos tocando al frente de semejante público porque "en el fondo somos un grupo de club, nos gusta la cerveza y escuchar a la gente más cercana."

Antes de "La Herida", que abrió la segunda parte del espectáculo llevando a toda la banda a adelantarse y tocar sobre la pasarela mientras las pantallas descendían nuevamente y cerraban el escenario, Bunbury presentó la formación que lo acompaña en esta gira: Pedro Andreu, el virtuoso Juan Valdivia, Joaquín Cardiel y Gonzalo Valdivia hermano de Juan y reemplazante de Alan Boguslavsky . Pasando por "Bendecida", "Tesoro" y "Maldito Duende", y ahora usando la misma camisa (gris brillante) que usó durante su última gira, el gesticulante e inquieto frontman fue coreado por 30 mil voces en cada palabra de "Avalancha" y dio por terminada la noche. Sin embargo, todos sabían que esto no podía ser así, no debía ser así. Y no lo fue: dos sesiones de tres bises durante los que se destacó la sorpresiva versión de "Abierto a la oscuridad" y "La Chispa Adecuada" que, exigida por todos los presentes, fue decorada con explosiones de papelitos. A pesar de las ganas que se sentían en el aire de que el recital durara para siempre, cuando el mismísimo Enrique repitió "una más y no jodemos más", y finalizó el último tema, "En brazos de la fiebre", ya no quedaban dudas de que el sueño de verlos reunidos llegaba a su fin. Mientras un show de fuegos artificiales estallaba en el cielo, muchos, esperanzados, conjeturaban la grabación de un nuevo disco y una nueva apuesta por el rock & roll.

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